Transitaba noveno año cuando un recreo común de un día común Juank perseguía infantilmente un avioncito de papel que volaba libremente por el aula. En ese momento cruzaba caminando pero a una velocidad considerable entre dos filas de bancos, cuando el señor Lisaandro V. colocó su pie intencionalmente en el camino de Juank, quien tropezó y se desplomó abruptamente sobre el piso, provocando una fuerte estruendo y un temblor de una magnitud 1.9 puntos en la escala de Richter. acto seguido el Juank se levantó, insultando a más no poder al causante de su caída, quien no podía contener la risa al igual que todos los presentes. El Juank comenzó a lagrimear acusando un fuerte dolor en su rodilla; el día siguiente concurrió a la escuela con muletas y diciendo que no podía ni caminar, lo cual parecía una exageración. El Juank fue víctima de torturas a casua de su debilidad por su estado de discapacidad (mayor a la común), y sus muletas fueron elementos de juegos y burlas hacia él, hasta que un día don Gaspar R. en un acto de brutalidad partió una muleta dejándola inutilizable por el inválido, quien aumentó su furia contra quien ya tenía una especie de rencor.